martes, 22 de mayo de 2007

Tiene sentido

Algo que escribí/leí en una junta de cierre de semestre de la Lic. en Educación, el 15 de mayo. ¡A ver qué les parece!:


Hoy quisiera compartir algunas inquietudes y reflexiones sobre el sentido de la Educación.

Muchas veces en conversaciones cotidianas, al hablar de problemas sociales que se presentan a nivel mundial, las conclusiones son: “Es un problema educativo” “Es que hace falta educación”, “El problema es de fondo, es educativo”. Tanto nosotros, que tenemos presente las necesidades educativas en el mundo, como personas de otros intereses y disciplinas, se percatan de que la Educación juega un papel clave al tratar de aliviar estas problemáticas.
Pero ¿cómo nos sentimos ante estos comentarios? ¿Sentimos un peso en los hombros por querer aportar ante tantas necesidades?, ¿nos abruma pensar todo lo que aún hay por hacer?, ¿nos sentimos impotentes ante problemas estructurales y complejos?

En algunos momentos yo me he sentido así. Con mucho que proponer pero pensando que lo que yo haga no solucionará un problema tan complejo como la pobreza, por ejemplo. Pensando que no se puede tapar el sol con un dedo. Pero hay una historia que me hace pensar diferente:


Había una vez un escritor que vivía a orillas del mar, en una enorme playa virgen en la que tenía una casita donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para su libro. Era un hombre inteligente y culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida.
Una mañana mientras paseaba a orillas del océano vio a lo lejos una figura que se movía de manera extraña como si estuviera bailando. Al acercarse vio que era un muchacho que se dedicaba a coger estrellas de mar de la orilla y lanzarlas otra vez al océano.
El hombre le preguntó al muchacho qué estaba haciendo. Éste le contestó: -Recojo las estrellas que han quedado varadas y las devuelvo al mar; la marea ha bajado demasiado y muchas morirán.
Dijo entonces el escritor:
-Pero esto que haces no tiene sentido, primero es su destino, morirán y serán alimento para otros animales y además hay miles de estrellas en esta playa, ¡nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas!.
El joven miró fijamente al escritor, cogió una estrella de mar de la arena, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó:
-Para ésta sí tiene sentido.
El escritor se marchó un tanto desconcertado, no podía explicarse una conducta así. Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien, soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas. A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó al joven y le ayudó a salvar estrellas.
Ante una playa cubierta de estrellas moribundas, puede parecer que regresar una al mar no tiene ningún sentido. Pero necesitamos aprender del joven de esta historia.

Es cierto que nuestro mundo está lleno de problemas de estructura tan complejos que requieren de actos heroicos para solucionarse. Pero ¿qué hacemos ante esta complejidad?, ¿cómo reaccionamos? Una forma de reaccionar es dejarnos vencer, permitiendo que los problemas nos abrumen y apaguen. O también podemos ser insensibles, indiferentes ante los problemas y necesidades, porque son problemas de otros, no nuestros.

Pero creo que lo que nos corresponde hacer, como gente que involucrada en los procesos educativos de las personas, es dejar que estas problemáticas nos inquieten, sin abrumarnos, y nos muevan a utilizar los recursos que tenemos a la mano para impulsar a los que nos rodean. Saber que nuestros esfuerzos no son en vano.

Saber que sembramos una semilla, que contribuimos solamente a una parte del proceso de desarrollo de una persona o una comunidad. Que nos toca ver solamente esa parte, pero también nos toca confiar en que lo que sembramos son semillas que tienen el potencial de dar fruto y que seguramente habrá otros que rieguen las semillas, las nutran o incluso siembren nuevas.

En el cuento no se sabe qué pasó con las estrellas que regresaron al mar. Pero es un hecho que el joven les dio la oportunidad de continuar desarrollándose, de seguir viviendo.

Es un privilegio ser testigo y muchas veces partícipe, de los procesos de desarrollo de las personas. Saber que pudiste despertar un cuestionamiento en alguien, o que le ayudaste a descubrir sus habilidades, a confiar en sí mismo, a aprender algo nuevo, a proyectar sus sueños, a vencer sus miedos y tener logros concretos. En un sentido, esos son ejemplos de estrellas que regresan al mar.

A nosotros nos toca impulsarlas desde lo que tenemos a la mano y dejar que lo invertido en ellas dé sus propios resultados. Enseñarles a aprovechar ese impulso y hacerse cargo de su propio proceso. Confiar en que somos muchos los que aportamos al desarrollo de alguien y que unos aportarán más que otros, algunos les impulsarán más lejos. Pero finalmente todos contribuimos en ese proceso.

Nuestra labor tiene sentido. Aunque no veamos los resultados inmediatos, tengamos presente que si para una estrella tuvo sentido, entonces vale la pena.

Muchas gracias y
¡¡¡Muchas felicidades por este día!!!

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